El pasado 10 de agosto, la ópera Ícarus, a cargo de Julián Elvira y su equipo Eduardo Costa, Ana Torralba y Julián Ávila, se interpretó en el interior de la iglesia barroca de Santo Domingo de Guzmán.
Las piedras de este magno edificio se sobrecogieron después de décadas de silencio y abandono. De los primeros acordes de inspiración medieval se pasó al barroco inglés y francés, dentro de un contexto envolvente de música contemporánea y experimental. Los contrastes entre lo antiguo y lo experimental fueron sublimes y constantes, destacando entre ellos el paso de la escena en la que varios músicos utilizan un andamio como instrumento musical a otra en la que se interpretan varios acordes de los funerales de la Reina Mary de Purcell.
La expectación era máxima, y fueron más de 300 personas las que asistieron a este espectáculo estremecedor, dónde músicos y entorno se fusionaron en una misma esencia.
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